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Los orígenes de una organización que unificara la logística regional se remontan al año  2002, con algunas reuniones de trabajo entre países del cono sur que contaban con Asociaciones de Operadores Logísticos y que, un año después, conformarían -en el marco de la ALADI- la Asociación Latinoamericana de Logística (ALL).

Sin embargo, tuvieron que pasar 10 años hasta que se afirmara la identidad de la actual ALALOG, que desde 2013 está conformada por la mayoría de los países de Latinoamérica y que le dio un impulso renovador a la iniciativa. “En los últimos 10 años, la logística ha tomado un rol sumamente importante en América latina porque incide de forma preponderante en la gestión eficiente de las empresas y, por fin, los ejecutivos consideran a la cadena de suministro como un punto fundamental para sus organizaciones”, explica el uruguayo Juan Carlos Rodríguez, presidente de la Asociación Latinoamericana de Logística (ALALOG).

Desde su Montevideo natal, hace más de 25 años que este abogado de formación se desempeña en la industria uruguaya, donde se especializó en la actividad trabajando para un operador logístico nacional. Desde entonces, 3 períodos al frente de CALALOG (Cámara Uruguaya de Logística), funciones de asesor en ALADI, miembro de la Comisión Nacional de Logística y del Instituto Nacional de Logística en su país, lo colocan como uno de los referentes a nivel continental y conocedor privilegiado de las particularidades logísticas en cada país de la región: “En general, venimos de una inversión privada muy grande en instalaciones, adecuaciones, depósitos Triple A, buenas prácticas, más infraestructura, autoelevadores con nuevas tecnologías o estanterías de calidad. Básicamente se dio en la región una revolución en los últimos años. Y si bien hay países relegados, ya empiezan a ver la película, con la ventaja que se adecuarán en menos tiempo que los que debieron aprender y hacer punta. En definitiva, es un tema de escala. Países como Brasil, México y Argentina importaron prácticamente a la perfección las mejores prácticas logísticas a nivel mundial. La única diferencia fue que en lugar de circular mercaderías por caminos y vías como los de Europa o Estados Unidos, lo hacen por las deficientes carreteras latinoamericanas”.

¿La infraestructura deficiente es un mal crónico en toda la región?

Es nuestro principal problema, sin dudas. La falta de infraestructura preocupa y mucho a todos los gobiernos porque se trata de una cuestión de recursos: ¿invierto, pago sueldos o atiendo lo social? Si bien organismos como el BID han tomado nota, ahora resta definir qué obras son las prioritarias en la región. Pero son procesos lentos que requieren de préstamos y diferentes instancias políticas, hasta que se concreta el proyecto. Se observan otras alternativas, como las inversiones público-privadas, pero también conllevan procesos lentos, típicos del Estado, o que en algunos casos han resultado un poco turbios, con sobornos, y eso hace que todo se demore aún más. En contraposición, afortunadamente, vemos a los operadores logísticos que invierten de manera rápida con medios propios o préstamos, afrontando un desafío muy grande.

En nuestro país, el sector está muy preocupado por los costos ocultos de las operaciones…

Argentina siempre ha sido punta de lanza en análisis y trabajos sobre logística, y con este tema no es la excepción. En el resto de la región está presente, pero no se ha profundizado como acá en esta cuestión, ni en las empresas ni en los Operadores Logísticos. Éstos recién van descubriendo el tema en la medida en que les bajan las operaciones o que no pueden acompañar sus servicios con una tarifa acorde; entonces, comienzan a fijarse y analizar costos ocultos. Personalmente, considero que hoy son los dadores de carga, los clientes de los OL, quienes tendrían que prestar más atención y analizar en detalle los costos ocultos, tienen una gran responsabilidad al respecto. Las empresas de logística deberían ayudarlos en ese análisis, pero la cuestión es si los dadores de carga están abiertos para realizar una introspección de esas características.

Otra palabra muy usada es la competitividad. ¿Cómo se la considera en la región?

Es el tema que está en la cartera económica de todos los países y en la de los OL, especialmente. Pero hubo una transformación. Desafortunadamente, en América Latina se cree que hay competitividad por el nivel salarial del operario. Pero sabemos que no es así, la competitividad está influida por muchas más cosas. Es cierto que los sueldos tuvieron un crecimiento sostenido importante en los últimos 10 años y que hoy se va haciendo inviable en algunos países ese costo del recurso humano, por lo que algunas empresas se enfocan cada vez más en tecnologías. Sin embargo, América Latina no es competitiva en muchos otros aspectos. Los costos logísticos son muy altos, el propio Estado, con su burocracia, dificulta y atenta contra la competitividad o se piensa que todo pasa por el tipo de cambio.

Sin dudas, nuestra región debe desafiarse a conciencia en el tema competitividad cada día. Aunque, también se hace difícil para la logística en tiempos de meseta, donde tenemos contratos de servicios para los que se adecuaron tarifas, precios y costos, pero que a los 3 meses los clientes te piden renegociar para bajar el precio de la tarifa. Así es muy difícil atender la competitividad. 

¿Y las perspectivas son alentadoras?

Se trata de ver el vaso medio vacío o medio lleno. En el primer enfoque, tendremos dos años de meseta baja, donde los principales países de la región atraviesan cambios de autoridades y también en los precios de sus productos básicos. Bajará el consumo y por consiguiente, habrá menos divisas para invertir.

Ahora bien, por otro lado, es un momento en el cual debemos racionalizar muchos costos en las organizaciones y no sólo a partir de la baja de empleo, sino analizar costos internos, mejorar prácticas o procesos y sentarse con cada uno de sus respectivos gobiernos para ver de qué manera hacen más competitivas sus gestiones y productos. Ahí estará el desafío. Son oportunidades de mejoras para los operadores logísticos que, a su vez, deben cuidar el capital humano que tantos años les llevó capacitar y que, se sabe, no es nada fácil volver a formar equipos. Por eso las empresas de logística están acompañando este momento. ¿Cómo? Bajando la rentabilidad.

¿Hay una revalorización de la logística?

La compra y venta de productos es cada vez más compleja, exigente y determinante para los negocios, por lo que identificar mejoras en la gestión o dónde reducir costos se ha vuelto un aspecto diferencial para cualquier organización. En ese contexto, podríamos afirmar que hay efectivamente una revalorización de áreas como la logística o la planificación, que inciden directa y preponderantemente en la mejora del negocio.

¿Qué hacen desde ALALOG en este contexto?

Nuestra intención es contribuir en la información de mejores prácticas para los distintos países de América Latina, integrándolos. Que en la actualidad nos sentemos a una mesa operadores de Argentina, Paraguay, Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela, Uruguay o México, compartiendo experiencias de cada uno de nuestros países, enriquece de forma sustancial. Esto nos permite desarrollar redes entre empresas para hacer negocios de manera conjunta, aplicar mejores prácticas, colaborar con legislaciones más avanzadas y, de esa forma, fortalecer al sector logístico cuando debe sentarse frente a sus autoridades para mostrarle lo que se hace en otros países y marcar un rumbo.

¿Sigue apostando por esta actividad, 25 años después?

La logística es mi pasión. En un sector que da trabajo para todos los niveles, desde los que usan mamelucos hasta los que llevan traje y corbata. Es una industria que no genera humo, mejora la calidad de vida de la gente y enriquece a los países. Así que, no lo dudo ni un instante.